domingo, 21 de noviembre de 2010

EL UNIVERSO EXTREMO Y DELIRANTE DE WILLIAM BURROUGHS por ANXO CUBA


INTRODUCCIÓN

William S. BURROUGHS es una de las figuras más transgresoras e inclasificables de la literatura universal, hasta el punto de resultar dudosa su condición de narrador, en el sentido estricto del término (contador de historias). No cabe duda de que se trata de un escritor, puesto que su medio de expresión es el lenguaje escrito plasmado sobre papel, pero ahí acaban las certezas.

El lenguaje que utiliza está tan alejado de la norma académica como de las distintas jergas y dialectos marginales norteamericanos. Con frecuencia sazona su prosa con términos de invención propia, construcciones gramaticales imposibles o palabras desprovistas de significado pero cargadas de sonoridad. Por todo ello, puede considerarse la mayor parte de su obra como poesía en prosa, ya que su intención no está tanto en la narración como en la evocación de determinadas atmósferas y ambientes, así como estados psicológicos extremos (casi nunca sentimientos). Para este fin utiliza el lenguaje, destruyéndolo y recomponiéndolo a su gusto, siempre consciente de que se trata de un código rígido y obtuso que debe ser dinamitado y reprogramado, intentando utilizarlo como fin más que como medio de expresión, ya que esto último supondría dejarlo en el lugar que siempre ha ocupado y que le ha servido para llegar a un estado de momificación absoluta.

En este sentido, BURROUGHS, como Joyce , decide replantearse la base misma de la creación literaria, que no es otra que el propio código de comunicación. Es consciente de que un nuevo código transmite siempre nuevas ideas, y lo que es más importante: nuevas sensaciones. Para él, escribir es un acto físico de coordinación motora. Su meta es escribir más rápido de lo que se piensa, tal y como lo pretendieron los surrealistas por medio de la escritura automática. Este fin, aunque imposible, se vuelve deseable y útil como método de creación, o incluso de meditación. De la misma forma que la repetición de los “mantras” en el budismo zen es una forma de desproveer al lenguaje de su significado y limpiar la mente de todo pensamiento, ayudada por el ritmo respiratorio que dichos “mantras” imprimen al cuerpo; la escritura automática es una forma de liberarse de esa corriente de parloteo interno, encerrando los pensamientos en una hoja de papel en blanco y dejándolos fluír sin reflexionar sobre ellos. Es el monólogo interior de John Dos Passos llevado a su última consecuencia.

Esta forma de trabajo fue una de las principales aportaciones que BURROUGHS transmitió a los escritores de la generación BEAT , de la que fue maestro y antecesor directo. No resulta casual que muchos de sus integrantes mostraran interés por la meditación y las tradiciones místicas orientales (zen, taoísmo, vedanta, sufismo...)y desarrollaran un estilo hipnótico y sincopado muy influenciado por estas filosofías, así como por movimientos musicales como el jazz y el be-bop. Tanto Allen Ginsberg como Gregory Corso y, sobretodo Jack Kerouac , reflejan en sus páginas esta clase de flujo obsesivo y automático de palabras, que guarda mucha relación con el beat (golpe) que les sirvió de seña de identidad generacional. Golpes a las teclas de la máquina de escribir, golpes a la batería de jazz que confieren un ritmo diabólico y espiral a las improvisaciones, golpes de las máquinas que trabajan en lugar del hombre a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial y sobretodo, golpes que les da la vida y la sociedad a todos aquellos que pretenden guiarse por su conciencia individual más que por la luz que irradia la locomotora del stablishment.

Como hemos dicho, BURROUGHS será una influencia decisiva sobre la generación beat, hasta el punto de ser considerado en ocasiones como parte integrante de la misma (algo no del todo cierto). El peculiar tratamiento que BURROUGHS hace del lenguaje lo llevará a la invención del método CUT-UP (cortar y pegar) aplicado a la narrativa, consistente en recortar un texto en múltiples fragmentos, agitarlos hasta mezclarlos aleatoriamente y, finalmente recombinarlos tal y como vayan surgiendo de los inexorables designios del azar. Dicho método ha dado lugar a novelas enteras de William Burroughs, quien lo ha llegado a utilizar durante entrevistas periodísticas por medio de la combinación de tres o más cintas magnetofónicas grabadas con distintos discursos mezlados de forma inconexa.

Este tipo de investigaciones y experimentos formales han cobrado gran importancia en la evolución de la música electrónica y las artes audiovisuales desde los sesenta hasta nuestros días (desde Stockhausen hasta el sampler digital tan utilizado en la actualidad, pasando por los videojockeys), pero no han seguido utilizándose apenas en la literatura. Esto explica por qué Burroughs ha ejercido tanta influencia sobre músicos y cineastas, tal como lo atestiguan los diversos discos-homenaje publicados por el sello belga de electrónica experimental Sub Rosa, o las múltiples colaboraciones de Burroughs con músicos ( Kurt Cobain , Ministry , U2, Laurie Anderson ...) o cineastas como Gus Van Sant y David Cronemberg .

SUS COMIENZOS: EL ESCRITOR COMPULSIVO

William Seward Burroughs había nacido en el año 1914 en St. Louis (estado de Missouri) y desde muy joven se había ido formando gracias a su condición de rata de biblioteca y su esmerada educación burguesa (pertenece a una familia acomodada, su abuelo fue el fundador de una famosa marca de calculadoras, posteriormente absorbida por IBM). Estas circunstancias biográficas lo llevan a un rechazo tajante de las convenciones sociales y la moral imperante, que tan bien pudo conocer gracias a su entorno familiar conservador. Fue criado en el “american way of life” propio de la Norteamérica de entreguerras. Como suele suceder, las disidencias se gestan en el centro mismo del problema. En este sentido, BURROUGHS pertenece a una larga estirpe de burgueses automarginados y transgresores, donde se encuentran también el Marqués de Sade , Cocteau o Tomas De Quincey . Cuando uno no necesita preocuparse por subsistir puede dedicar su tiempo a replantearse conceptos morales.

Durante su juventud, estudia en distintas universidades, licenciándose en literatura inglesa en Harvard (donde conoce a T.S. Eliot ) en 1936 y cursando varios años de antropología, medicina, psicología... en diversos países (Alemania, Panamá, México...). Se casa con una judía alemana para librarla de los nazis y emprende un viaje por toda Europa. Trabaja de redactor de un periódico en St. Louis y a partir de 1938 se traslada a Chicago, donde ejercerá de exterminador de cucarachas y asistirá a un seminario de semántica impartido por Alfred Korzibsky . Se forma en profundidad en teoría psicoanalítica, parapsicología, telepatía... leyendo compulsivamente a autores contemporáneos como Wilhelm Reich , C.G. Jung , Spengler o L. Ron Hubbard y a clásicos como Zoroastro , Giordano Bruno , Paracelso ...

Junto a su interés por el mundo de la ciencia y el ocultismo, desarrolla una gran pasión por las armas, adquirida en la adolescencia durante su estancia en el Ranch School, un internado aristocrático situado en Los Álamos (Nuevo Méjico), donde poco tiempo después se realizarían las primeras pruebas atómicas y donde el joven BURROUGHS se iniciaría en las prácticas homosexuales, a la edad de 15 años.

Durante su estancia en Chicago desde 1938 hasta 1943 se introduce en el mundo del hampa y la delincuencia, condicionado por su incipiente adicción a la morfina. En 1943 se instala en Nueva York, conoce a Herbert Huncke , uno de los “héroes” suburbanos retratados por los escritores de la generación beat y heroinómano prototípico (así como genial escritor). También en esa época conoce a Allen Ginsberg y Jack Kerouac, quienes quedan fascinados por la amplia cultura y erudición de BURROUGHS, tomándolo como maestro y fuente de inspiración para sus respectivas obras literarias (en el caso concreto de Kerouac, en casi todas sus novelas aparece algún personaje basado en BURROUGHS, como el Bull Lee de “On the road”). El rol que desempeña BURROUGHS en ese momento fundacional de la “beat generation” será el de “hermano mayor” (aunque sea poco mayor que el resto), sobretodo gracias a haber vivido en diversos países y poseer una vasta cultura de los más variados temas. De este modo, BURROUGHS supera la sensación de aislamiento y malditismo que le había perseguido desde la infancia. Gracias a su influencia, Ginsberg y Kerouac leerán a autores como Hart Crane , William Butler Yeats , W.H. Auden , Blake , Kafka , Denton Welch ... y comenzarán a interesarse por la cultura oriental, por medio de obras clásicas como el Bhagavad- Gita , El Libro tibetano de los muertos , Upanisad o el Tao Te King .

A principios de los cincuenta, Kerouac le insta a retomar su afición infantil a escribir novelas. Incluso escribirán juntos una novela inédita titulada “Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques”, que trataba de las experiencias homosexuales de un amigo común fallecido prematuramente.

Hay que decir que BURROUGHS había escrito algunas novelas en su infancia, como “La autobiografía de un lobo”, con tan sólo ocho años o “Carl Cranbury en Egipto”. En ambas se vislumbra su afición a los países exóticos como medio de alejarse del aislamiento social al que su familia lo somete tras la caída de la bolsa en 1929, hecho que provocó la ruina económica de su padre y la consiguiente vergüenza y sensación de fracaso que lleva a su familia a trasladarse a una pequeña propiedad en las afueras de St. Louis. En 1929 publica en la revista del colegio una historia titulada “Magnetismo personal” en la que aborda precozmente varias de sus obsesiones posteriores: control mental, telepatía... En torno a los diez años escribe compulsivamente historias de piratas, vaqueros, gángsters... sazonadas con abundantes duelos de pistola (un motivo repetido en varias de sus novelas adultas). En estas primeras novelas se deja sentir la influencia de un libro titulado “No puedes ganar”, autobiografía de un ladrón llamado Jack Black publicada en 1924, obra que ejercerá un enorme poder de fascinación sobre el joven BURROUGHS y que lo acercará a un mundo marginal y furtivo que años después conocería de primera mano.

PRECEDIENDO AL “BEAT”: SU PRIMERA NOVELA

En el año 1945, a pesar de su homosexualidad, se casa con una mujer llamada Joan y compra una granja en Texas. Dos años después se traslada a Nueva Orleáns, donde comienza a tener problemas con la policía, ya que la situación legal es cada vez más difícil para los morfinómanos, por lo que huye a Méjico en 1949, donde asiste a un curso sobre historia azteca y escribe sus dos primeras novelas: “Yonqui” y “Marica”. La primera de ellas saldrá publicada en EEUU en 1953, gracias a las incansables gestiones y correcciones de Allen Ginsberg. No olvidemos que este fue un libro muy incómodo para el mundo editorial estadounidense de principios de los cincuenta, tanto por su temática como por su estilo. Por esta razón sale en un formato “pulp” y firmado con el pseudónimo William Lee , dentro de la editorial Ace Books de Carl Solomon , quien obliga a BURROUGHS a escribir una nota introductoria con tono moralista para cubrirse las espaldas ante la moral bienpensante de la época.

En su debut como escritor, BURROUGHS utiliza un estilo mucho más conciso y aséptico que en la mayor parte de sus obras posteriores. Otorga prioridad a la historia más que a la forma literaria, construyendo una narración desprovista de todo elemento accesorio, casi minimal. Este estilo, propio de las novelas “pulp”, busca impactar por medio de la inmediatez del lenguaje y la contundencia de lo que se cuenta. El lector asiste a una narración en primera persona, de aspecto improvisado, lo cual otorga un aura de autenticidad a la novela, que sirve como gancho para el lector (el morbo es un elemento central en la intencionalidad de las “pulp novels”, a menudo deudoras del periodismo sensacionalista). La novela se convierte rápidamente en un hito dentro del subgénero de la autobiografía toxicómana, destacando por su tono anti-poético y marginal, distanciándose del romanticismo de De Quincey y del lirismo de “Cain's book”, escrito por Trochi algunos años después. A diferencia de dichas obras, el relato de BURROUGHS sólo se centra en el proceso adictivo mismo, obviando cualquier narración adyacente con entidad propia y tono evocador.

Cuando se publica esta primera novela, la sociedad estadounidense vive un fervor prohibicionista en torno a diversas drogas, gracias en parte a la política impulsada por Henry Anslinger desde la DEA ("drug and food administration"). El estereotipo del adicto a narcóticos cambia al tiempo que lo hacen las leyes sobre la venta de drogas, pasando del modelo integrado social y económicamente propio del s.XIX y principios del XX (representado por Coleridge o De Quincey en la literatura) al marginal perseguido, residente de los barrios pobres de las grandes urbes. El recrudecimiento de las leyes contra la venta de drogas provocará la aparición de la figura del “camello” o traficante clandestino, que a menudo vende sustancias adulteradas.

Este momento de cambio en los hábitos y en la sociología de las drogas, se ve reflejado en la novela de BURROUGHS, quien empieza su adicción durante la 2ª Guerra Mundial a base de morfina y opiáceos de farmacia y progresivamente comienza a recurrir a heroína adulterada del mercado callejero, con un precio considerablemente mayor. La novela retrata la cotidianidad del adicto y la lucha constante contra las resistencias de los médicos y farmacéuticos a dispensar narcóticos (algo impensable tan sólo veinte años antes, cuando estos mismos profesionales eran el principal grupo social de adictos y/o difusores de la adicción yatrogénica). Diversos historiadores de las sustancias psicoactivas ( Antonio Escohotado , Richard Rudgley, Sadie Plant ...) han destacado la influencia determinante de esta novela de Burroughs en la aparición del concepto de yonqui como estereotipo sociológico, muy diferenciado del adicto a opiáceos de siglos anteriores (tanto del morfinómano sanitario como del fumador de opio), cuyo ocaso queda reflejado en la novela autobiográfica “Diary of a drug fiend” (1922) de Aleister Crowley .

Cuando en la década de los setenta los sueños de los “hijos de las flores” se desvanecieron, la figura del yonqui marginal comenzó a tomar impulso en forma de las llamadas “epidemias de heroína” (en España no llegará hasta principios de los ochenta) y se reflejó notoriamente en varios fenómenos de la cultura popular norteamericana. Desde las primeras canciones de la Velvet Underground ( Heroin a la cabeza) hasta el desencanto punk, pasando por la progresiva marginalización y despolitización del movimiento underground o los filmes de Warhol , Morrisey , Anger ... todos ellos influidos de forma directa y confesa por BURROUGHS, una de las pocas figuras que resultó inmune a la iconografía del “flower power” y al movimiento hippie.

Ya en esta primera novela, escrita en torno a 1950, deja claro su falta de confianza en las ideologías políticas y en los movimientos de masas, decantándose por la descripción de su universo personal más desgarrado y sincero y consolidándose como el gran “outsider” de la literatura norteamericana del siglo XX.

Poco después de terminar “Yonqui”, BURROUGHS escribe “Marica”, utilizando el mismo estilo simple y conciso. Esta será su novela más sentimental, ya que trata de sus diversas relaciones amorosas y sexuales durante su estancia en Méjico y Panamá. En ella queda claro que su matrimonio con Joan, a pesar de los hijos en común, es más una cuestión de amistad que de amor, ya que su condición de homosexual lo lleva a acumular jóvenes amantes masculinos, a menudo interesados por el dinero que esperan sacarle al “gringo”.

EL NACIMIENTO DEL MUTANTE Y SU ALMUERZO DESNUDO

En Méjico, cuando cree haber encontrado por fin su asentamiento ideal (le fascina la extrema libertad y el mundo onírico que se vive allí, amén de la facilidad con que puede comprar morfina) sucede un accidente que marcará su destino como escritor: su mujer muere tras recibir un disparo del propio Burroughs mientras realizaban prácticas de tiro a lo Guillermo Tell en estado ebrio. Este trágico suceso lo llevará a embarcarse en una expedición antropológica a Panamá, que después continuará en solitario por Colombia, Ecuador y Perú, en busca de la ayahuasca o yagé , un poderoso enteógeno vegetal utilizado por diversas tribus latinoamericanas (en especial por los jíbaros o shuar ). El interés de Burroughs en esta sustancia procede de las alusiones que muchos antropólogos habían hecho a sus supuestas propiedades telepáticas (de hecho, uno de sus principios activos fue bautizado como telepatina).

Durante estos viajes mantiene una relación epistolar con Allen Ginsberg. Las cartas de ambos se recopilarán y saldrán publicadas con el título de “Las cartas del yagé” en 1963. En ellas se observa la profunda depresión que atraviesa BURROUGHS tras el desgraciado accidente con su esposa.

Regresa a Nueva York en 1953 para asistir como padrino al nacimiento incipiente de la “Beat generation”. Conoce a Gregory Corso , John Clellon Holmes y el resto de escritores beat. En 1954 se marcha a vivir a Tánger a causa de sus problemas con la justicia estadounidense, allí residirá hasta 1958. Estos años serán los más duros y dramáticos de su vida, a causa de su adicción cada vez mayor a la heroína. Sus vecinos se refieren a él como “el hombre invisible” a causa de su aspecto extremadamente degradado. Durante este período no es capaz de escribir más que pequeños fragmentos inconexos , algunos de ellos incorporados después a su novela “El almuerzo desnudo”, que describe su vida en esta época. Tras numerosos intentos de desintoxicación, en 1956 se somete al revolucionario tratamiento de apomorfina del doctor John Dent (1888-1962) en una clínica de Londres, con resultados positivos que le permitirán retomar enérgicamente su labor literaria. De hecho, a principios de 1957 ya casi ha finalizado la novela, que será mecanografiada por Kerouac durante una visita que le hacen él y Ginsberg a Tánger. En 1958 se traslada a París, donde reside en el “hotel beat”, llamado así por albergar a gran cantidad de escritores y pintores de vanguardia a finales de los cincuenta, y comienza a experimentar con métodos como el “cut-up” (cortado), el “fold-in” (montaje) o el “splice-in” (inserción), aplicados a la literatura y surgidos de la influencia decisiva del pintor Brion Gysin .

“El almuerzo desnudo” es considerada por muchos como la obra maestra de BURROUGHS y como una novela paradigmática en la historia de la literatura norteamericana y mundial. Publicada tras muchos problemas legales en 1959, generó un auténtico escándalo en el mundo editorial estadounidense y tuvo que afrontar diversos procesos legales por obscenidad en Los Ángeles y Boston en 1965. La novela comienza con un prólogo-ensayo en el que BURROUGHS reflexiona sobre la adicción a los opiáceos como enfermedad metabólica, los distintos métodos de desintoxicación y las abismales diferencias que existen entre las diversas sustancias ilegales, cada una de ellas con unas características históricas y farmacológicas distintas, aunque metidas en el mismo saco de represión y ausencia de libertades por el gigante estadounidense, quien exportó su criterio moralizante y prohibicionista a países con larga tradición de consumo de sustancias ajenas al país del tío Sam, por medio de coacciones y presiones económicas casi siempre motivadas por oscuros intereses de estado.

Tras el prólogo, la novela profundiza en un universo onírico, obsesivo, donde la alucinación se entremezcla con la realidad (es probable que el frecuente consumo de mayún, una forma de hachís comestible, influyera notablemente en la construcción de la atmósfera del libro). Las calles de Tánger, Chicago o Nueva York se describen con intensidad psicoanalítica por medio de contundentes imágenes monstruosas asociadas casi siempre a los personajes “freaks” que pululan por ellas. La lucha entre el poder y los desarraigados se expresa de forma hiperbólica por medio de la sensación de constante paranoia que atraviesa la novela desde su contundente comienzo:

“Siento que la pasma se me echa encima, los siento tomar posiciones ahí fuera, organizar a sus soplones del demonio, canturreando en torno a la cuchara y el cuentagotas que tiré en la estación de Washington Square”.

El autor utiliza la escritura automática y el constante monólogo interior para lanzar imágenes vertiginosas sobre el papel, que impactan con la fuerza de sus connotaciones más que por su significado literal:

“Así que vuelvo al centro por la estación de Sheridan Square por si el secreta acecha en un armario de escobas.

Ya dije que no podía durar. Sabía que andaban por allí fuera en aquelarre, preparando su magia negra pasmosa, pinchando muñecos con mi cara en Leavenworth. ”A ese no sirve de nada clavarle agujas, Mike”.

La novela carece de planteamiento, nudo o desenlace y se desarrolla en espiral a través de un torrente de sensaciones que impactan directamente en el subconsciente del lector y se graban a fuego. El propio autor lo explica de la siguiente manera:

“No pretendo imponer relato, argumento, continuidad... En la medida en que consigo un registro DIRECTO de ciertas áreas del proceso psíquico, quizá desempeñe una función concreta... no pretendo entretener”

En cuanto a la ambientación, también carece de escenario fijo. En un párrafo te encuentras en Méjico y en otro en Nueva York, sin que medie transición alguna. Este recurso permite al autor abordar una gran cantidad de ambientes y sensaciones distintas, cuyo único elemento común es el origen, la procedencia (la propia vida de BURROUGHS).

De esta forma, la no-historia que cuenta la novela es la no-historia de la vida del autor en esos años, narrada con toda la intensidad de quién la ha sentido en carne propia y se niega a filtrarla a través de ningún género o convención literaria. Por ello, muchos párrafos de la novela son pequeños ensayos microscópicos en los que no se describe ni se narra sino que se teoriza. Ensayo y novela se juntan para dar lugar a poesía en prosa, donde el lenguaje se subvierte y escapa a las convenciones.

Leyendo “El almuerzo desnudo” se comprende la fascinación de BURROUGHS por el método “cut-up”, aunque no lo haya utilizado aun en esta novela. Resulta lógica su utilización por parte de un autor que siempre ha priorizado la sugestión por encima de la narración (lo único que rompe el “cut-up” es la narración, pero a menudo incrementa la sugestión).

En ocasiones se ha considerado “El almuerzo desnudo” como una novela excesivamente densa e incoherente y es cierto que para el lector que desconozca por completo la biografía del autor o que no se haya iniciado con obras más accesibles como Yonqui o Marica, puede resultar insufrible (por incomprensible). La historia que subyace tras el marasmo onírico de la novela es la misma (o muy similar) que la narrada de forma más clara en las dos novelas antes mencionadas. Son distintas caras de la misma moneda. Las tres novelas se corresponden con el período 1945-1953, los años de más intensa adicción de BURROUGHS. El almuerzo desnudo expresa las sensaciones intangibles que acompañaron a los hechos concretos narrados en las otras dos obras, por lo que lo más adecuado puede ser leerla en último lugar, cuando ya se poseen unas coordenadas espacio-temporales, dadas en las obras precedentes. De todas formas, es necesario que el lector se abandone a la sugestión y aborde la novela como si de poesía se tratase, sin pretender encontrar un hilo argumental (lo mismo que ocurre con las películas de David Lynch o Philippe Garrel ).

DE LOS SESENTA A LOS NOVENTA, O EL TRIUNFO DEL CUT-UP

Tras su novela-hito, el profesor chiflado de la literatura abraza definitivamente las nuevas concepciones formales que surgieron del magnetismo creativo de Brion Gysin y posteriormente fueron elaboradas y regurgitadas por el escritor de St. Louis, quien las bautizó con los nombres ya mencionados ( cut-up , fold-in , splice-in y algunos más).

En 1960 se traslada a Londres, aunque con esporádicas estancias en París y Tánger. Desde allí vive distanciado del enorme revuelo que su novela “El almuerzo desnudo” está provocando en EEUU. En Edimburgo asiste a una Conferencia Internacional de escritores, donde autores como Norman Mailer le expresan una enorme admiración por su novela.

En 1965 reside en el mítico Hotel Chelsea de Nueva York, con diversos músicos y artistas de la nueva generación hippie, conoce a Andy Warhol , Larry Ryvers, Basquiat y otros muchos representantes de la pintura y poesía de la década de los sesenta. Poco después regresa a Londres, donde residirá hasta 1974, fecha de su definitivo regreso a EEUU.

Desde la publicación de “El almuerzo desnudo”, BURROUGHS comienza un proceso rápido de radicalización estilística, más acorde con su filosofía vital que el estilo pulp de sus primeras novelas. Comienza a aplicar trucos y prestidigitaciones lingüísticas con el objetivo de romper aun más la forma de sus novelas (una de sus sentencias más famosas es la contundente: “language is a virus”). Paralelamente, se vislumbra en sus nuevas obras un leve rastro ideológico, antes completamente inexistente. Comienzan a aparecer continuas referencias al PODER y a la anulación del hombre a través del CONTROL . El universo INTERZONA ha resultado fatalmente profético, un mundo globalizado donde “hablar es mentir y vivir es colaborar”, un mundo acelerado donde no queda tiempo para vivir y mucho menos para pensar. El planeta Nova, presente de forma recurrente en su trilogía “La máquina blanda” (1961), ”El tiquet que explotó” (1962) y “Expreso Nova” (1964), es una inmensa metáfora de la paranoia cibernética (recordemos la pleitesía que rindieron a BURROUGHS los exponentes de la corriente cyberpunk , léase William Gibson , Bruce Stirling y Clive Barker ). Un universo que en ocasiones posee reminiscencias de “El Proceso” de Kafka , pero desde una perspectiva más extrema y tecnológica. En el universo NOVA, las fuerzas policiales acechan en cada esquina y el individuo no está permitido.

“Las armas más poderosas han sido siempre las nuevas formas de conciencia... la Inquisición y el poder de la Iglesia en la Edad Media no fueron derribadas por una acción revolucionaria directa. Su fuerza desapareció porque la conciencia humana se desarrolló más allá de ellos”.

Los habitantes grises de Nova parecen vivir en un universo pregrabado donde la única salida está en provocar un fallo del sistema. En una sociedad binaria, dominada por el conflicto de opuestos, la unidad es revolucionaria:

“Hay varias fórmulas básicas que han mantenido a este planeta en la ignorancia y la esclavitud. La primera es el concepto de nación o país. Se dibuja una línea alrededor de un territorio y se le llama país. Lo que significa que hay que poner policía, control de aduanas, fronteras, ejércitos, y también problemas con las otras tribus del otro lado de la línea”

El chico subliminal , uno de los fantasmales habitantes de Nova, se desplaza por un mundo corrupto donde las fuerzas del orden son los criminales más peligrosos. Esta atmósfera inquietante se adelanta en más de una década a la paranoia post-hippie de los “speed-freaks” y los “hell-angels”, la caída del sueño psicodélico de retorno a la naturaleza, representado gráficamente por el dibujante de cómics Robert Crumb , quien describe la década de los sesenta como una gigantesca ola que acaba estrellándose contra las rocas del PODER y deja a su paso un rastro de destrucción (“he visto las mejores mentes de mi generación destruídas por la locura”, el impactante aullido de Allen Ginsberg resultó premonitorio para lo que ocurriría en los setenta).

Uno de los méritos de William S. BURROUGHS ha sido su capacidad de sobrevolar todas las modas y tendencias sin influirse más que por su arrolladora personalidad. Un auténtico “lobo estepario” de la era cibernética que fue capaz de publicar decenas de libros en la década de los sesenta sin acercarse por un momento a las modas de la época. La obra de BURROUGHS sigue resultando igual de atípica y visionaria en el 2004 de lo que lo fue en 1959 (lo mismo que ocurre con personajes como Timoty Leary , John Lily o James Lovelock en ciencia y filosofía o John Cage , Nico o Laurie Anderson en música).

La trilogía NOVA, leída hoy en día resulta absolutamente esclarecedora: “las técnicas esenciales de NOVA son muy simples, consisten en crear y agrabar conflictos”.

Además de la referida trilogía, BURROUGHS aprovecha la década prodigiosa para publicar infinidad de artículos teóricos y relatos en las más variopintas publicaciones contraculturales, así como algún que otro montaje teatral o poemas sueltos, como su aportación a la compilación poética “Minutes to go”, junto a Gregory Corso y Sinclair Belles . Igualmente, ofrece numerosas conferencias donde aborda los más variados temas (política, drogas, literatura...)

A principios de los setenta vive una crisis creativa en Londres, ya que lleva décadas escribiendo y sus obras casi nunca han pasado del malditismo más absoluto. Escribe el guión cinematográfico “Las últimas palabras de Dulch Schulz” (1970), las novelas “Los muchachos salvajes” (1971) y “Puerto de los santos” (1973), así como las compilaciones de relatos “Exterminador” y “Metro blanco” (ambas en 1971), todas ellas absolutos fracasos comerciales, como el resto de sus obras hasta su muerte.

A mediados de los setenta y gracias, en parte a la ayuda de el bueno de Ginsberg, comienza a ofrecer seminarios en diversas universidades norteamericanas y europeas. Ya de vuelta en EEUU, publica de forma compulsiva infinidad de obras a finales de los setenta, entre ellas destacan “La tercera mente” (1978) junto a Brion Gysin o “Doctor Benway” (1979) una suerte de remix o variación de “El almuerzo desnudo”, protagonizada por uno de sus personajes más enigmáticos.

En los ochenta publica una genial trilogía del espacio: “Ciudades de la noche roja” (1981), “El lugar de los caminos muertos” (1984) y “Las tierras de occidente” (1987). En ellas se dan citas los géneros más marcianos, desde el western surreal-cibernético a la ciencia ficción más reflexiva y ensayística. En estas obras el prolífico escritor norteamericano retoma lo mejor de su estilo aplicándolo a un nuevo tipo de historias, lo que le valió para trascender la compulsión del cut-up y retornar a un estilo más simple:

“Creo que Finnegan`s Wake ejemplifica muy bien la trampa en que puede caer la literatura experimental cuando se convierte en puramente experimental. Yo he ido así de lejos en algunos experimentos concretos y luego he retrocedido; es decir, ahora vuelvo a escribir narrativa lineal puramente convencional, pero aplicando lo que he aprendido con el cut-up y con las otras técnicas a los problemas de la escritura convencional”

Esa capacidad de reinventarse dice mucho a favor de la literatura de BURROUGHS en los años ochenta, aunque lo que él denomina “escritura convencional” no lo sea en absoluto, ni en la forma ni en el fondo. De hecho, muchos de los hallazgos expresivos alcanzados por BURROUGHS hace décadas aún no han sido asimilados ni incorporados apenas a la literatura (a diferencia de lo que ocurre con la música o las artes visuales, que llevan algún tiempo transitando por la senda burroughsiana).

Desde finales de los ochenta hasta su muerte en 1997, Burroughs publicó una enorme cantidad de novelas pero, sobretodo dedicó sus esfuerzos a la pintura, la música y el cine, grabando infinidad de discos con gente como David Bowie , Frank Zappa , Tom Waits , New Order , The Jesús & Mary Chain , Henry Rollins , Blondie y un interminable etcétera. Sus cuadros han sido utilizados como portadas de discos de Sonic Youth y su presencia ha sido requerida hasta para el spot publicitario de una multinacional de zapatillas deportivas. Ha protagonizado diversos cortos y prestado sus guiones para otros tantos (muchos de ellos de la animación más innovadora que se ha hecho en los noventa), así como numerosas películas. En definitiva, al final de su vida, el escritor maldito se convirtió en una especie de icono mediático de referencia para los hijos del punk y la nueva escena electrónica experimental, convirtiéndose en uno de los personajes con más presencia en la red INTERNET (¿interzona?). Incluso diversas universidades y entidades lo condecoraron con dudosos galardones en un vano intento por domesticar y absorver su mensaje de transgresión. Afortunadamente, hoy en día, años después de su muerte, sigue ocupando el mismo lugar inclasificable que ocupó siempre, y el tiempo le seguirá dando la razón.


Publicado originalmente en FEEDBACK-ZINE

martes, 26 de octubre de 2010

RENÉ DAUMAL: LA EVIDENCIA ABSURDA por RAÚL HENAO


RENE DAUMAL: LA EVIDENCIA ABSURDA

Por Raúl Henao

René Daumal es el más secreto de los poetas franceses modernos menos por complacencia en la tiniebla que toda palabra interpone al develar la realidad, que por experiencia luciferina de la misma, ya que para él la palabra poética es ante todo camino de conocimiento, evidencia absurda, grito de guerra santa a la apariencia del mundo.

Pocos, muy pocos poetas de nuestro tiempo pueden hablarnos desde esa verticalidad que conjuga en la misma emoción central el vértigo de la altura y el abismo, devolviéndole a la poesía su carácter de aventura metafísica, de creación o génesis de un mundo que se resiste a ser moldeado sólo por el ensueño o la fantasía, porque en última instancia responde a los designios de una más alta magia o vigilia verbal.

Desde los tiempos que Daumal hace parte –junto con Rolland de Reneville, Roger Vailland y Roger Gilbert-Lecomte- del Grand Jeu (El Gran Juego) ese grupo de artistas al margen del surrealismo por su tendencia al misticismo y la metafísica oriental, que prefiere la experiencia poética a la literatura y hasta a la poesía misma, no diferenciado de ningún modo el arte de la vida…resulta claro que se trata de aquellos videntes y “horribles trabajadores” a los que Arthur Rimbaud señala la continuación de su obra en el punto en que la dejara por temor a la locura: “No hay dos maneras de ser vidente, sólo se ve por asfixia o congestión ( yoga,ahogamiento, narcosis)” dice oportunamente Gilbert-Lecomte. Y Pierre Minet –amigo del grupo- nos habla al respecto de la elección de cierta vía seca o húmeda que en el hermetismo alquímico conduce al conocimiento absoluto, buscado afanosamente por estos dos poetas, deplorando que Daumal –en contraposición a Gilbert-Lecomte- eligiera para arribar a dicha meta la vía seca, caracterizada por el ascetismo feroz que le impusiera “el mago Gurdjieff”(Aldous Huxley) y su extraña secta de danzarines del bosque de Fontainebleu, llevándolo a una muerte prematura, cuando apenas contaba 36 años, a principios de 1944.

En fin, a cada paso se habla del fracaso de los poetas en la búsqueda de lo absoluto y nada queremos aventurar al respecto porque aquí sólo importan las señas en la hoguera que nos hacen desde lejos los integrantes del Grand Jeu, así fueran dictadas por elefecto mortal del opio, el libertinaje o la insolación a la que lleva el “recuerdo de sí”, ese asalto y reconstrucción del “Yo trascendental acabado y extático” (Edmund Husserl) que fuera el núcleo principal de las enseñanzas de Gurdjieff.

Particularmente Daumal, admirable conocedor de las doctrinas hindúes, nos reitera –con el Budismo- lo ilusorio de la llamada personalidad humana. En realidad, no existe un YO separado del cuerpo, sino una multiplicidad de pensamientos, sensaciones, deseos y pasiones que se pretenden como tal y tras de los hay NADA: ese algo innominado que constituye paradójicamente nuestra única, trascendental identidad y a la que no se accede sino por vía de la conciencia de sí, de la más implacable y sangrienta batalla espiritual .Con Rimbaud, Daumal nos recuerda que “el combate espiritual es tan brutal como la batalla de los hombres” y a semejanza de él nos convoca no al sueño sino a la vigilia, alta vigilia que constituye la clave o llave del auténtico juego poético.

Es a este propósito que el poeta, artista subjetivo, poseso de la inspiración o la escritura automática a través del cual habla siempre el Otro, ese Sosías o Doble que suele vampirizar a la generalidad de los escritores…especie de enigma psicológico -al que alude, en extraña connivencia con nuestro poeta, Blaise Cendrars, el formidable novelista y aventurero franco-suizo, en un revelador pro-domo que escribiera para explicarnos y de pasada explicarse a sí mismo la gestación de su obra Moravagine-

Deberá cambiarse en artista objetivo, en un verdadero creador-conocedor-amante capaz de transformar el mundo, cambiar la vida, mediante el ejercicio de la palabra poética, que ya no estará al servicio de la ilusión de ser sino dela necesidad de ser. El poeta yano describirá el mundo sino quelo creará al nombrarlo, no será un cantor sino uncreador: “la creación de un poema es análoga a la creación de un mundo” nos dice Rolland de Reneville. Y Daumal agrega a esta frase encantatoria lo siguiente: “en el punto más alto, el hombre que escribe un poema (o lo que fuere) en toda libertad, en toda conciencia del por qué, del para quién, del cómo de su obra, realmente crea un mundo”

Tal es, en resumen, la “satánica ambición de lo absoluto” (Andre Rousseaux) en la que se embarcará René Daumal y de la cual su vibrante poema La Guerra Santa o su insólita novela inconclusa El Monte Análogo, son la alegoría, el cuento de hadas, el relato inacabado… A falta de tiempo para comunicarnos lo incomunicable, que quizás entrevió, siguiendo el camino a las cumbres del ser indicado por Gurdjieff, cuyas doctrinas se permite poner en entredicho Rolland de Reneville, al dictaminar de manera terminante que “los frutos de un conocimiento sin amor son los de un árbol cuya sombra es mortal”.

Nosotros, sin embargo, creemos que, como en el caso de Yeats, Pessoa, Nerval o César Dávila Andrade, siempre se sobrevalorará el influjo, el peso de la tradición esotérica o “filosofía perenne” -como la llama Aldous Huxley- en la vida y obra de un poeta. Independientemente de ella, el gran poeta obedece los dictados de su propio carácter o investidura que, finalmente, se constituye en destino y fatalidad. Así estamos seguros de que con Gurdjieff o sin él, Daumal habría llegado al umbral (y tal vez traspuesto) esa puerta de “un mundo único, de un único sol” a la que se refiere en su ensayo Poesía Negra, Poesía Blanca…habría llegado a hablarnos no de la montaña sino por la montaña que une el cielo y la tierra, en transparente paráfrasis de toda búsqueda espiritual.

Porque al fin de cuentas ni siquiera precisamos apartarnos del marco de la poesía misma para encontrar antecedentes de la aventura daumaliana , que pertenece igualmente a la tradición de los grandes románticos alemanes, para no ir muy lejos. Acaso el pensamiento tanto de Daumal como del singular personaje de su novela el Padre Sogol (¿George I.Gurdjieff?) “nuestro primogénito en lo que a la montaña se refiere” no se encuentra por anticipado y a grandes líneas en el magistral y nunca bien comprendido opúsculo de Heinrich von Kleist Sobre el Teatro de Marionetas, donde el trágico poeta alemán, con aire “un poco distraído”, nos abandona frente al supremo interrogante:

“¿Tendremos que volver a comer del árbol de la ciencia
Para caer de nuevo en el estado de la inocencia original?”

Los lectores de René Daumal no abrigamos la menor duda de que dicha incógnita pertenece al advenimiento del “último capítulo del mundo”.

jueves, 3 de junio de 2010

TONG, SOCIEDAD SECRETA

Los mandarines obtenían su poder de la ley; el pueblo, de las sociedades secretas. (Proverbio Chino)

El Tong

El invierno pasado leí un libro sobre los Tongs Chinos (Primitive RevoIutionaries of China: A Study of Secret Societies in the Late Nineteenth Century , Fei-Ling Davis; Honolulú, 1971-77): —¡quizá el primero nunca escrito por alguien que no era un agente del Servicio Secreto británico!— (de hecho, ella era una socialista China que murió joven —éste fue su único libro) —y por primera vez me di cuenta de por qué me ha atraído siempre el Tong; no sólo por el romanticismo, la elegante decoración decadente chinesca, como así era, pero también por la forma, la estructura, la propia esencia de la cosa. Algún tiempo después en una excelente entrevista con William Burroughs en la revista Homocore descubrí que él también había acabado fascinado con los Tongs y que sugería esta forma como un perfecto modo de organización para los maricas , particularmente en esta era presente de histeria y moralismo mierdosos. Estoy de acuerdo, y extendería la recomendación a todos los grupos marginales, especialmente aquellos cuyo disfrute implica ilegalismo (fumetas, heréticos del sexo, insurreccionalistas) o excentricidad extrema (nudistas, paganos, artistas de post-vanguardia, etc., etc.). Un Tong puede quizás ser definido como una sociedad de beneficio mutuo para gente con un interés común que es ilegal o peligrosamente marginal —de ahí el necesario secreto. Muchos Tongs Chinos se movían alrededor del contrabando y la evasión de impuestos, o el autocontrol clandestino de ciertos oficios (en oposición al control del Estado), o finalidades políticas insurreccionales o religiosas (el derrocamiento de los Manchúes, por ejemplo —varios Tongs colaboraron con los anarquistas en la Revolución de 1911). Una finalidad común de los Tongs era recoger e invertir las cuotas de pertenencia e iniciación en fondos de seguros para los indigentes, los parados, las viudas y huérfanos de los miembros fallecidos, gastos de funerales, etc. En una era como la nuestra en la que los pobres están atrapados entre el canceroso Escila de la industria aseguradora y el rápidamente desapareciente Caribdis de los servicios del bienestar y la salud pública, este fin de la Sociedad Secreta bien podría recuperar su atractivo. (Las logias masónicas estaban organizadas sobre esta base, igual que los primeros sindicatos ilegales y las "órdenes caballerescas" para trabajadores y artesanos.) Otro fin universal de estas sociedades era por supuesto la convivialidad , especialmente los banquetes pero incluso este pasatiempo aparentemente inocuo puede adquirir implicaciones insurreccionales. En las varias revoluciones francesas, por ejemplo, los clubes gastronómicos asumieron frecuentemente el papel de organizaciones radicales cuando todas las demás formas de reunión pública estaban prohibidas. Recientemente hablé sobre los Tongs con "P.M.," autor de bolo’bolo (Serie Agentes Extranjeros de Semiotext(e)). Yo argumentaba que las sociedades secretas son nuevamente una posibilidad para los grupos que buscan autonomía y realización individual. El no estaba de acuerdo, pero no (como yo esperaba) por las connotaciones "elitistas" del secretismo. El creía que tales formas organizativas funcionan mejor en grupos sólidamente ligados, con fuertes lazos económicos, étnico/regionales o religiosos —condiciones que no existen (o existen sólo embriónicamente) en la escena marginal de hoy. El proponía en cambio el establecimiento de centros de barrio multifuncionales, con los gastos compartidos por varios grupos de intereses específicos y empresas de pequeña escala (artesanos, cafés, espacios para actuaciones, etc.). Este tipo de grandes centros requeriría estatus oficial (reconocimiento por el Estado), pero obviamente se convertirían en focos para toda clase de actividades no oficiales —mercados negros, organización temporal para la "protesta" o la acción insurreccional, "ocio" incontrolado y convivialidad no monitorizada, etc. En respuesta a la crítica de "P.M." no he abandonado sino más bien modificado mi concepto de lo que podría ser un Tong moderno. La estructura intensamente jerárquica del tong tradicional obviamente no funcionaría, aunque algunas de las formas podrían ser mantenidas y usadas del mismo modo que los títulos y honores son usados en nuestras "religiones libres" (o religiones "raras", religiones "de broma", cultos anarco-neo-paganos, etc.). La organización no jerárquica nos atrae, pero también el ritual, el incienso, la placentera ampulosidad de las órdenes ocultas —podrías llamarlo "Estética del Tong"— así que ¿por qué no podríamos también tener nuestro pastel y comérnoslo? —(especialmente si es majoun Marroquí o baba au absinthe— ¡algo un poco prohibido!). Entre otras cosas, el Tong debería ser una obra de arte. La estricta regla tradicional del secreto también necesita de modificación. Hoy día cualquier cosa que evite la idiota mirada de la publicidad es ya virtualmente secreta. La mayoría de la gente moderna parece incapaz de creer en la realidad de algo que nunca ven en televisión por tanto escapar de ser televisualizado es ser ya casi-invisible. Más aún, lo que es visto a través de la mediación de los medios se vuelve en cierto modo irreal, y pierde su poder (no voy a molestarme en defender esta tesis sino que simplemente referiré al lector a una línea de pensamiento que lleva de Nietzsche a Benjamín a Bataille a Barthes a Foucault a Baudrillard). Por contraste, quizá aquello que es no visto retiene su realidad, su enraizamiento en la vida cotidiana y por tanto en la posibilidad de lo maravilloso. Así que el moderno Tong no puede ser elitista —pero no hay razón para que no sea selectivo. Muchas organizaciones no autoritarias se han fundado en el dudoso principio de la militancia abierta, lo que frecuentemente lleva a una preponderancia de gilipollas, patanes, aguafiestas, neuróticos quejumbrosos y agentes de policía. Si un Tong se organiza alrededor de un interés específico (especialmente un interés ilegal o arriesgado o marginal) ciertamente tiene el derecho de componerse de acuerdo con el principio del "grupo de afinidad". Si el secreto significa (a) evitar la publicidad y (b) vetar a posibles miembros, la "sociedad secreta" apenas puede ser acusada de violar los principios anarquistas. De hecho, tales sociedades tienen una historia larga y honorable en el movimiento antiautoritario, desde el sueño de Proudhon de reanimar la Santa Vehm como una especie de "Justicia del Pueblo", a los varios proyectos de Bakunin, a los "Errantes" de Durruti. No deberíamos permitir que los historiadores marxistas nos convenzan de que tales recursos son "primitivos" y han sido por tanto dejados atrás por la "Historia". Que la "Historia" es un absoluto es como mínimo una premisa dudosa. No estamos interesados en un retorno a lo primitivo, sino en un retorno DE lo primitivo, puesto que lo primitivo es lo "reprimido". En los viejos días las sociedades secretas aparecían en tiempos y lugares prohibidos por el Estado, esto es, donde y cuando la gente es mantenida aislada por la ley. En nuestros tiempos la gente usualmente no es aislada por la ley sino por la mediación y la alienación (ver el capítulo 1, "Inmediatismo"). El secreto por tanto se vuelve una evitación de la mediación, mientras la convivialidad pasa de objetivo secundario a objetivo primario de la "sociedad secreta". Simplemente encontrarse cara a cara es ya una acción contra la fuerzas que nos oprimen con el aislamiento, con la soledad, con el trance de los medios. En una sociedad que impone una esquizoide separación entre Trabajo y Ocio, todos hemos experimentado la trivialización de nuestro "tiempo libre", tiempo que no está organizado ni como trabajo ni como ocio. ("Vacación" significó una vez tiempo "vacío" ahora significa tiempo que es organizado y llenado por la industria del ocio.) La finalidad "secreta" de la convivialidad en la sociedad secreta se convierte entonces en la auto-estructuración y auto-valoración del tiempo libre. La mayoría de las fiestas están dedicadas sólo a la música alta y a demasiada priva, no porque las disfrutemos sino porque el Imperio del Trabajo nos ha imbuido del sentimiento de que el tiempo vacío es tiempo perdido. La idea de dedicar una fiesta a, digamos, hacer una colcha o cantar juntos madrigales, parece desesperadamente desfasada. Pero el Tong moderno encontrará a la vez necesario y disfrutable recuperar el tiempo libre del mundo de la mercancía y dedicarlo a la creación compartida, a jugar . Conozco varias sociedades ya organizadas según estas líneas, pero ciertamente no voy a cargarme su secreto discutiéndolas en letra impresa. Hay alguna gente que no necesita quince segundos en el Telediario de la noche para dar validez a su existencia. Desde luego, la prensa y radio marginales (los únicos medios en que aparecerá este sermoncillo) son de todos modos prácticamente invisibles —ciertamente todavía bastante opacas a la mirada del Control. Con todo, he aquí el principio del asunto: los secretos deberían ser respetados. ¡No todo el mundo necesita saberlo todo! De lo que más carece —y más necesita el siglo XX— es de tacto. Deseamos reemplazar la epistemología democrática con "epistemología dadá" (Feyerabend). O estás en el bus o no estás en el bus. Algunos llamarán a esto una actitud elitista, pero no lo es —al menos no en el sentido que C. Wright Mills da a la palabra: esto es, un pequeño grupo que ejercita poder sobre los no-miembros para su propio engrandecimiento. El Inmediatismo no tiene que ver con relaciones de poder; —no desea ser gobernado ni gobernar. El Tong contemporáneo, por tanto, no halla placer en la degeneración de las instituciones en conspiraciones. Quiere poder para sus propios objetivos de mutualidad. Es una asociación libre de individuos que se han elegido mutuamente como los sujetos de la generosidad del grupo, su "expresividad" (por usar un término sufí). Si esto resulta ser algún tipo de "elitismo", entonces que así sea. Si el Inmediatismo empieza con grupos de amigos intentando no sólo superar el alistamiento sino también mejorarse mutuamente sus vidas, pronto querrá tomar una forma mas compleja: núcleos de aliados mutuamente elegidos, trabajando (jugando) para ocupar más y más tiempo fuera de todo control y estructura mediada. Entonces querrá convertirse en una red horizontal de tales grupos autónomos; después, en una ’’tendencia’’; luego, en un ’’movimiento’’; y entonces, en una red cinética de "zonas temporalmente autónomas". Finalmente se afanará para convertirse en el núcleo de la nueva sociedad, dándose a luz a si misma dentro de la corrompida cáscara de la antigua. Para todos estos propósitos la sociedad secreta promete proporcionar un útil marco de clandestinidad protectora —un manto de invisibilidad que tendrá que dejarse caer sólo en el caso de una confrontación final con la Babilonia de la Mediación... ¡Preparáos para las Guerras del Tong!

Publicado originalmente en Red de Solidaridades Rebeldes

viernes, 21 de mayo de 2010

ENTREVISTA A JORDI VALLS (VAGINA DENTATA ORGAN)


diciembre'04

El ciberespacio es muy grande, inmenso, pero está lleno de pequeños rinconcitos interesantes.
Fué precisamente en uno de estos garitos cyberundergrounds que quedamos con Jordi Valls y como no se trataba de tomar unos dry-martinis virtuales mantuvimos esta especie de conversación-entrevista (real) a la que se fueron poco a poco incorporando una serie de conocidos y amigos (también reales) . . . y . . . . voilá :






01- Paco Alvarado : WSNS, el sello discográfico con el que has editado todos los trabajos de VDO y que por otra parte solo publica los discos de VDO significa World Surrealist Network System (Sistema de Comunicación del Mundo Surrealista) pero la S de Surrealista en un principio (1983) significaba Satanic.
Algún comentario ?
Jordi Valls : Pues para nosotros como que creemos absolutamente en nada, satanismo es otra palabra tan surrealista como el surrealismo mismo. Por lo tanto usamos las dos palabras indistintamente. De hecho, seguimos oficialmente registrados como The World Satanic Network System. De todas maneras por pragmatismo solemos usar mas a menudo el acrónimo WSNS. Pero es bueno sistematizar la confusión.

02- P.A. : debe ser, recuerdo de pequeño una entrevista a Dalí en TV, poco antes de morir, en la que se le veía temblar por el parkinson apoyado en su bastón mientras hablaba, pero de repente cogía un pincel y su pulso era firme como el hierro,
algo sobrenatural había en ello ...
J.V. : Very Good !



03- P.A. : si, impresionante ...
J.V : Es normal. En las condiciones decadentes que se encontraba Dalí y estar sin un pincel para él era como tener el miembro vehicular de la creatividad amputado.
Un terror desaforado ante la muerte de su yo creativo. Por lo tanto, al reencontrarse con la herramienta se transfigura y sobrepone momentáneamente su genio a sus pesadillas con un esfuerzo sobrehumano. Así es el fenómeno delirante daliniano.

04 - P.A. : de hecho Dalí utilizaba el término / concepto "Divino" (+k) que "Satánico", supongo que también viene a ser lo mismo…
J.V. : Paradójicamente, Dalí, dentro de sus muy sanas perversiones era una persona muy puritana y creo que jamás hubiese querido asociarse a un concepto satánico, aunque fuese en sentido abstracto.

05 - P.A. : en todo caso algo tendrán también que ver las fuerzas telúricas de la comarca de Cadaqués, incluso la tramontana, difícil de comprender para el que no ha estado allí
J.V. Así es, l'Empordà, el palacio del viento, y especialmente Cadaqués, Port-Lligat y Cap de Creus, se transforman en los paisajes míticos dalinianos debido a la fuerza cósmica de su geología mineral y por la violencia metafísica de la tramontana.
Dalí siempre se centra creativamente en el estudio morfológico de su entorno natural, hasta conseguir el simbolismo alquímico surrealista de su obra.

06 - P.A. : natural ... y no hay nada mas natural que un gran masturbador dentro de una vagina cósmica ... y tocando a réquiem !!! Estoy seguro que a Dalí le encantará.
¿ que encontramos nosotros en este disco ?
¿ con que nos enfrentamos ?
J.V. : Fue Luis Buñuel quien dijo que Cadaqués tiene exactitud de anatomía de cangrejo y fuerte sabor a erizo de mar.
Pues bien, la boca del erizo de mar es también su propio sexo, sin duda, una auténtica vagina dentata. El Gran Masturbador, este réquiem inmortal, es un disco totalmente minimalista, que trasciende nuestra percepción de la norma. Es una grabación recóndita que nos lleva a los atavismos del crepúsculo daliniano.



07 - P.A. : y hablando de fuerzas sobrenaturales, parece que hay una especie de maldición que recae sobre las apariciones live de VDO en Spaña, primero cancelan l'action en el Sonar de Barcelona, después en el Música ex machina de Bilbao, habiendo sido ya anunciadas oficialmente las dos.
Cuando vamos a poder disfrutar de ello los adeptos-fanáticos en Iberia (que hay muchos y muy potentes) de the most fanatic band in the world ?
J.V.: El mes pasado me llamaron los Étant Donnés por si VDO quería actuar en la Fundación Cartier de Arte Contemporáneo, en Paris , el mismo día que ellos y Psychic TV . A botepronto les propuse un 'live action' de VDO, que consiste en un performance de mi "cristallmusic", o sea, subir al escenario y romper en directo 666 botellas de vidrio hasta conseguir la cristalización stendhaliana del sonido : La sublimación. No tuvimos mas noticias sobre el asunto, pues la decisión final siempre depende de los dirigentes del local, claro.

07bis - P.A. : . . . 666 ? . . . a vueltas con el satanismo ?
J.V. : El diablo es un gran connoisseur, un experto del mundo. Representa un gusto exquisito. Nosotros siempre hemos incitado a la indulgencia frente a la abstinencia cristiana



08 - El Topo : Vos trabajás tus discos con sonidos concretos, me pregunto ¿vas al estudio ya con una idea a priori inicial y aproximada del proyecto o te situás en el estudio de grabación -con los sonidos recogidos- como quien dice con la hoja en blanco y recién ahí comenzás a pensar el paisaje sonoro que querés plasmar?
¿cómo ha sido este proceso en Réquiem y en tus otras obras?
J.V. : Es como los objects-trouves. Transformo sonidos cotidianos en sonidos metafísicos apenas sin modificar nada en el studio. Hay quien ve en ello un paralelismo con los ready-mades duchampianos.
El proceso creativo auditivo es totalmente circunstancial.
‘Un chien catalan', para poneros un ejemplo ... mi amigo Eliseu siempre viene a visitarnos con su Harley cuando estamos en Cadaqués, y ya oímos la potencia de su moto mucho antes de su llegada a casa. Durante años lo primero que nos decíamos mutuamente al saludarnos es que teníamos que hacer un disco solamente con el sonido fantástico de la Harley. Pero para mi todavía es mucho mas interesante el desarrollo conceptual posterior del disco. Ahí es donde disfruto creando la iconografía fetichista de VDO y también gracias al trabajo gráfico indispensable de mi hermano Marc, pues él no solamente traduce como nadie mis ideas sino que las mejora para el bien de todos.
Por otro lado a lo que le doy menos importancia de todo es el trabajo en el estudio de grabación pues lo uso en contadas ocasiones, siempre rapidísimamente, sólo en tiempo real y adiós.



09 - El topo - De alguna manera ésta respuesta aunque no la esperaba puedo decir que no me sorprende, dada la singularidad de tu trabajo, pero entiendo que aunque hagas el trabajo rapidísimamente, solo en tiempo real, y adiós, me parece por lo que percibo al escucharlos que eso no quiere decir descuidadamente.
Por otro lado se nota en tus discos un cuidado del detalle para que el objeto disco que uno recibe tenga también valor artístico y una belleza especial, lo que le da un gran un valor añadido y eso se agradece.
¿Cuáles son tus consumos simbólicos ( música, pintura, libros ) en Londres?
Imagino que por tu amistad con Stapleton, Tibet y Bennett eso te lleva a estar en contacto con sus discos y quizás a asistir a sus conciertos pero :
¿qué hay por fuera de este trío?

J.V. : Los discos de VDO son objetos fetiche, igual que unos zapatos de piel negros de mujer de tacón alto y afilado. Con tenerlos ya es mas que suficiente. Dan placer. Estos discos no es necesario escucharlos. Son grabaciones mal hechas, con mucha distorsión y feedback, pero quiero que sea así, sino parecerían la colección de discos de sonidos de efectos especiales de la BBC. Lo importante no es el contenido, sino el concepto final y absoluto del disco.

La otra pregunta que me haces, te diré que generalmente nunca leo ficción.
Un 90% de los libros que adquiero tienen relación con el arte. Todo mi trabajo está basado en una realidad metafísica. Cada vez me interesa menos la música. Mis amigos músicos ya hace muchos años que abandonaron Londres, la última actuación que vi fue Whitehouse, que junto los comienzos de Throbbing Gristle, para mi, ha sido lo mas interesante que ha ocurrido en sonido en los últimos 30 años. Ahora estoy interesado en los nuevos shamanes conceptuales plásticos, como los hermanos Chapman, Damien Hirst, Tracy Emin, Gavin Turk, Marc Quinn, y outsiders como Gustav Metzger, un creador de arte auto-destructivo muy interesante, auténtico.



10 - P.A. : rebobinando ... y enlazando. No se si finalmente tu método puede considerarse como una adaptación del paranoico-crítico, personalmente no lo creo, te veo mas cerca de los postulados de Antonin Artaud que del propio Dalí, aun conociendo tu debilidad por este y es curioso que además se trata de dos elementos expulsados del propio movimiento surrealista por el mismísimo Bretón y digo lo de Artaud por el efecto que producen tus discos, que aunque salpicados de elementos plásticos ciertamente dalinianos están cargados con el poder devastador que Artaud ejercía sobre las conciencias. No es una pregunta (o si ?) quizás una observación personal ...
¿ que me dices ? (eso si es una pregunta) ...
J.V. : Dalí es un ser cerebral, frío, intelectual, científico, matemático, escritor, gran creador. Un personaje del Renacimiento… En cambio yo soy todo al revés.
Con Artaud, quizás en lo visceral nos parecemos en algo, poco mas. Luego, los elementos dalinianos en mis discos son normal. Aparte de mi fijación desde muy joven con el Maestro, la cosmografía daliniana también forma parte de mi vida desde que vivo en Cadaqués, cuando no estoy en Londres.



11- Antoni Mateu (quinohiveu): Aseguras que "el proceso creativo auditivo [de las obras de VDO] es totalmente circunstancial". No estoy de acuerdo. Quizá te parezca "circunstancial" (no encuentro otra palabra mejor para definirlo) pero el pósito que subyace en ellas, el concepto, la base, el sustrato... es algo que fluye del interior, del inconsciente o del subconsciente de una manera que a ti te parece demasiado natural, pero de lo que estoy seguro es que el autor nunca es el culpable de su obra... Creo que una vez le preguntaron a un pintor cuánto había tardado en hacer un cuadro, a lo que respondió que quince minutos, pero que le llevó toda la vida hacerlo. Creo que así son las obras de arte (me da lo mismo que sean con mayúscula o con minúscula): surgen espontáneamente pero se llevan trabajando inconscientemente o subconscientemente siempre...
J.V. : Okay, así es exactamente. Estoy completamente de acuerdo. Pero primero repito lo que ya he dicho antes. Una vez que he decidido por accidente o bien circunstancialmente la idea original de lo que debe ser el sonido del disco es a partir de este momento, no antes, cuando viajo al subconsciente o quizás aun mejor dicho, es cuando voy a 100 por hora, ciego, violento, hacia el inconsciente automático irracional total.



12 - P.A. : Quiero trasladarte una pregunta que se hace mucha gente :
Siendo los discos de VDO objeto fetiche, pioneros en lo que se vino a llamar picture-disc, algunos numerados en el propio vinilo (Jim Jones), otros firmados con tu propia sangre (Calanda), incluso uno de ellos (no recuerdo cual) a mediados de los 80 obstentaba el record de disco mas caro de la historia, objeto de coleccionistas e imposibles ya de encontrar ... ¿ porque a partir de "chien catalán" decides editar en cedé ? especialmente "perpignan killings" y "the great masturbator", aparecidos en plena época de reivindicación del vinilo frente al CD por muchos y diferentes sectores del ámbito musical
J.V. : Tengo fanáticos que han colgado sus ‘picture-discs' de VDO por las paredes de sus casas como si fuesen pinturas sagradas, pero no los escuchan jamás. Yo digo: Bravo! Desde un principio siempre dije que mis discos son funcionales y lo menos importante es escucharlos.

Por otra parte el formato CD es muy cómodo. Precisamente el CD ‘The Perpignan Killings' es una recopilación, mejor dicho, una mezcla de los cuatro primeros discos de vinilo de VDO. O sea en lugar de hacer lo normal, lo que hace todo el mundo de
re-editarlos individualmente en otros cuatro CD's por separado, lo que hice fue mezclar los cuatro primeros discos de vinilo en un solo CD : ‘The Perpignan Killings'.

Nunca se me pasó por la cabeza reivindicar el vinilo frente al CD. Me es indiferente. Pero estoy dispuesto a reivindicar con fuerza El Gran Masturbador de Dalí para Figueres, cuna del surrealismo catalán, en lugar de su ubicación actual en el Reina Sofía de Madrid. Estoy radicalmente en contra de los últimos deseos de Dalí. En la misma situación se encuentra el Guernika de Picasso, donde su residencia natural por excelencia tiene que ser el Guggenheim de Bilbao y no el Prado. En estos casos el Estado español demuestra una carencia absoluta de inteligencia emocional.

13- P.A. : como es de suponer que algo harás al respecto ... ¿ piensas enviar el disco a la fundación Gala-Dalí ? o ¿ lo llevarás directamente a su casa (de Dalí) o a su tumba ?
J.V. : Conozco al pintor y escultor, Antoni Pitxot, amigo íntimo de Dalí, director de la Fundación Gala-Dalí. Ante todo es un artista que construye formas antropomórficas con piedras encontradas en el mar delante de su casa de Cadaqués y luego reproduce sus mismas esculturas mitológicas en sus cuadros. Su obra es totalmente original, muy ensalzada por el propio Dalí que decía que la pintura de Pitxot tiene la pátina de seda de los vistosos tejidos de oro y plata venecianos de Fortuny. Él es mi único contacto con el museo de Dalí en Figueres. Siempre le paso todos mis discos.



14- Dj Pay : (la del cotilleo) ... ¿Mantienes contacto o relación o colaboraciones con la peña industrial - postindustrial - ruidistas, etc.? Me refiero a gente como Genesis
P-Orridge, Steve Stapleton, David Tibet, William Bennett ...
J.V. : Como ya he dicho antes la mayoría de estos músicos han abandonado Londres, nuestros contactos ahora son infrecuentes, aunque seguimos conectados.
Hoy mismo (15-11-04) Dave Tibet me ha confirmado la muerte de Geff Rushton, alias John Balance de Coil, otro conocido nuestro.

15- Dj Pay : (la freudiano-gastronómica) ... Las langostas (y/o saltamontes) fueron una de las fijaciones de Dalí e incluso tiene un protagonismo relevante en el cuadro "El gran masturbador". Me parece a mí que a tí te pasa algo parecido e incluso sé que una vez tuviste una aventura bastante surrealista con una langosta (en este caso marina) por las calles de Barcelona ¿nos puedes contar la anécdota? ¿te la llegaste a comer?
J.V. : Son avisos que nos manda Dalí desde ultratumba, en su centenario, para decirnos que nos quiere mucho y que sigamos su guerra contra los putrefactos insepultos. . Ocurrió de madrugada en un paseo solitario de mi barrio de Gràcia en Barcelona . Vi una langosta marina negra como el carbón caminando tranquilamente por el suelo. Yo iba andando con mi hermano Victor que es catedrático, una persona seria. Los dos nos quedamos apenas sin palabras al ser testigos directos de esta experiencia metafísica. Luego mas adelante en Cadaqués tuvimos una plaga bíblica de langostas voladoras que nos caían encima vivas y muertas. Fantástico. Fue una fiesta cósmica, una celebración del surrealismo daliniano total.

16- Dj Pay : (la puñetera) ... Siendo Japón uno de los pocos lugares del mundo donde se distribuyen tus discos y conociendo la obsesión de los japoneses por Dalí (sólo comparable a la que sienten por Gaudí) ¿no es un poco oportunista por tu parte dedicar este disco tan explícitamente al pintor ampurdanés? ...seguro que en Okinawa se va a vender como churros (o como sushi, mejor dicho)...
J.V. : Viva el oportunismo! De todas maneras nuestro marketing de El Gran Masturbador, por ejemplo en el poster electrónico no mencionamos el nombre del Maestro en ninguna parte. Ni homenajes, ni lisonjerías baratas. Sólamente en el librito interior del disco hay una foto de Eric Hurtado, de la tumba de Dalí en la cripta de su museo en Figueres y ahí si que se puede leer su nombre, claro.

17- Dj Pay : (ahora en serio) ... ¿sigues y/o tienes contacto con la escena "asesina" japonesa? (Merzbow, Violent Onsen Geisha, The Gerogerigegege...)
J.V. : En serio. Tenemos contacto con los Yakuza, que son muy underground .
Ahora en broma, Merzbow nos obsequió con uno de sus primeros maxi-singles, picture-disc, muy al principio de su exitencia. Es el único contacto que hemos tenido. Luego cuando actuaron en un Sonar en Barcelona, Eliseu los acompañó al museo Gala-Dalí de Figueres. En Japón solo tenemos buenos clientes.



18 - Jordi (25HOMBRES): Es bien sabido que la Vagina es la most fanatical band in the world, y que sus seguidores (nosotros), somos por lo tanto los más fanáticos pero,
¿hay límites en el fanatismo? ¿o tal y como nosotros creemos, el fanatismo es un cuerno de toro puntiagudo que se estira en el aire hasta el infinito de nuestros días en un intento desesperado de llegar a los límites de la conciencia supraracional ?.
J.V. : En el Segundo Manifiesto del Surrealismo, de 1930, André Breton proclama que el acto surrealista mas puro sería coger un revólver y disparar indiscriminadamente sobre la población civil. Nunca debemos menospreciar el poder de la palabra, y que cada uno cargue con su fanatismo personal.

20 - Antoni Mateu (quinohiveu): Ayer por la noche me pasó por la cabeza, que tú, Jordi Valls, has sido mi principal valedor para entrar en el exclusivo club de amantes del dry, me preguntaba por qué y de pronto se me apareció el título del disco de "Music, Martinis and Misanthropy": una buena tríada... Creo que has explicado suficientemente y con detalle tu parecer sobre la música (¿cierto?) y sobre la misantropía (¿no?), pero creo que aún no has dicho nada sobre la trascendencia que ha tenido y tiene el dry en tu vida.
J.V. : El martini-cocktail bien servido y bien oficiado es un auto sacramental profano.
Me recuerda alegóricamente el misterio de la eucaristía en un contexto pagano.
A ser posible me tomo el drymartini en ayunas en los días de fiesta a la hora del Ángelus, bajo un repique de campanas. Es gracias al libro ‘Mi último suspiro' de Luis Buñuel que descubrí este misticismo escondido que desconocía.

21 - Jordi (25HOMBRES): Se mueren los miembros de La Banda Trapera del Río, se muere John Balance de Coil, se nos acaban los ídolos!!
Jordi, ¿quedará alguien a quien admirar en el terreno de la música dentro de quince años?
Nada es como era ...
J.V. : Bueno, es la lucha continua de Eros contra Thanatos en la que siempre gana la muerte. Pero viva el erotismo! De todas maneras, sin olvidar el pasado, siempre he sentido repulsión por la nostalgia. Es obligado mirar hacia adelante obsesivamente, con visión de tunel, ciegos, con fanatismo absoluto. Seguir tu dirección segura e inquebrantable hasta la tumba.



22 - Freek Kinkelaar : Estás seriamente conectado con los surrealistas pero estás en contra de los futuristas. ¿ Que piensas del movimiento Dada en los 1920's, y particularmente que piensas sobre gente como Tristan Tzara y Hugo Ball, que introdujeron tantas ideas dentro del Surrealismo / sus escritos / poesía ?
J.V.: Da! Da! Son los vasos comunicantes. Sin profundizar en su historia, los futuristas nos llevan a Dada, al menos en un principio. Luego ya los dadaístas nos abren el camino directamente al Surrealismo. Por lo tanto para mi, dadá es tan importante como el movimiento surrealista. Aunque Ball y Tzara fueron sus fundadores, creo que lo mas importante del Dadaísmo es que de ahí nace uno de los artistas mas influyentes de todos los tiempos: Marcel Duchamp.

23 - F.K.: A menudo autodescribes a VDO como meros mercenarios solamente interesados en hacer dinero y exclusivismo. ¿ Como encajan los ideales surrealistas con vuestra producción de discos compactos de VDO, a precios normales, y ediciones standard ?
J.V.: Bueno, nosotros no tenemos ideales. Stop! Ya en 1984 hicimos una edición especial y limitada del picture-disc ‘Los tambores paganos de Calanda', con mi sangre encapsulada bajo el vinilo. Vendimos todos los discos al precio de £100 cada uno. Seguro que ahora se podría multiplicar por 10, ó mas esta cifra. Otra cosa indispensable es que tenemos la obligación de cambiar, de metamorfosear las ideas surrealistas del pasado, pues si el surrealismo no evoluciona con nueva sangre morirá igual que el Latín, o cualquier otra lengua muerta por quedarse estancada.

24 - Cuc Sonat : ¿ Has tenido algún problema legal con tus grabaciones o actuaciones? No me refiero a que algún organizador suspenda tu actuación porque no le guste lo que vas a hacer, sino porque tenga miedo de que le pueda traer problemas con la Justicia.
J.V. : La violencia es la llave del universo y nosotros somos su producto. Es como la velocidad. Lo difícil es controlar estas fuerzas cósmicas sin chocar con todas sus consecuencias. Es posible que en alguna ocasión me hayan negado con buenas excusas un live action para ahorrarse problemas. De todas maneras yo no soy un performer, no se interpretar arte, que es una palabra que viene de artilugio, de falso, pues mi trabajo sólo tiene que ver con la realidad, y esto si pones un pie en falso puede conllevar jaleo, lo acepto.

25 - Matthew Tree : Todo lo que hacéis es serio, y al mismo tiempo divertido conectando a veces con la cultura popular , pero existe un peligro de que os absorba la sociedad del espectáculo. ¿ Que haríais en el caso de que eso ocurriese ?
J.V. : Bueno, no todo tiene un precio. Pero precisamente aquí es donde puede empezar la parte divertida de esta juerga. Sin dejar de ser outsiders , nosotros pondríamos las reglas del juego encima la mesa, a rajatabla, sin condiciones. Seremos inflexibles e intolerantes. VDO no puede perder su duende a cualquier precio, sino todo lo contrario.

final q. - P.Alvarado : Ya para terminar y una vez aclarada la importancia de la parte gráfica en el submundo satánico VDO desde sus orígenes y especialmente conectada con el surrealismo a diferentes niveles, bien por la parte simbólica o por las propias obras de Marc Aleu, Dalí, incluso aquellos famosos cuadros de Francesc da Casademont que destrozaste en directo en la "Edad de Oro" TVE, ¿ como enlaza todo ello con tus lienzos "top-models", pintados con tu propia sangre, que se podrían situar dentro del mas puro expresionismo abstracto ? por otro lado, hasta la fecha, creo que ha sido la única exposición (Grenoble) que ha durado un solo día, mas cercana quizás a una instalación o performance ...


TOP-MODELS PORTRAITS


Jordi Valls. : Primero hemos de admirar como el gobierno francés a través de su Ministerio de Cultura invitan a grandes desconocidos como VDO. La exposición de los cuadros de sangre de las top-models en la escuela superior de arte de Grenoble duró varios días, pero lo interesante fue la noche misma del 'vernissage'. La sala de exposiciones era un rectángulo del tamaño de una pista de tenis. Por lo tanto en lugar de colgar los cuadros en las paredes los tiramos al suelo semi envueltos en sábanas blancas como si fuesen cuerpos después de un múltiple accidente de circulación. Los curators de la exposición fueron Eric y Marc Hurtado de Étant Donnés, y Marc Valls de Barcelona. El día anterior del 'opening' hablé con los estudiantes de la escuela de arte para que en el momento de abrir las puertas hicieran graffiti de tipo sexual por las paredes. Mientras por las cuatro paredes proyectábamos con seis cámaras un collage de films de VDO, intercalando fotos de supemodelos en la pasarela, al tiempo que Marc Hurtado, en una mesa de 'mix' nos hacía un 're-mix' ensordecedor de toda la discografía de VDO. También teníamos barra libre de champagne y 'dry-martinis'. Fue una noche simbólica y alegórica en nuestras vidas. El triunfo de la sangre. Una gran fiesta para los estudiantes. La apoteosis de la sangre metamórfica.

Esta entrevista está confeccionada a modo de collage con fragmentos aparecidos en webs como El Sitio del Topo y otros.

martes, 20 de abril de 2010

ENTREVISTA A WILL SELF


Los hombres no lloran
Por Martín Schifino,
desde Londres

Esta mañana, con la ciudad cubierta de niebla, las calles son prácticamente invisibles. Las siluetas desaparecen a los veinte metros, los semáforos se aureolan como vistos a través de filtros fotográficos y los autos, lentos en la miopía general, avanzan a veinte por hora. Es imposible no pensar en el cuento de Will Self, “Chest”, donde los habitantes de un pueblito de Inglaterra, que incongruentemente poseen teléfonos celulares pero una moral decimonónica, viven bajo las toxinas de una nube cargada de tuberculosis. El autor de ésta y otras distorsiones me espera en su casa de Stockwell, en el sur de Londres, donde quedamos en encontrarnos después de un ping-pong de mensajes electrónicos.
Novelista beatnik honoris causa, epígono de J.G. Ballard, satirista swiftiano, periodista intempestivo, todas estas etiquetas se mezclan en las insólitas credenciales de Self, sin duda uno de los escritores más personales de la literatura inglesa contemporánea. El hombre ostenta además el dudoso honor de ser el yonqui literario más famoso de su país, un laureado de la heroína que en 1997 llegó a tomar la sustancia en el avión presidencial después de entrevistar a John Major, el primer ministro de entonces (desde hace más o menos un año, Self está “limpio”). Quizás, poniendo las cosas en la balanza, el mote más exacto sea el de eterno artista adolescente; anti-establishment, anti-canon, anti-tradición inglesa, Self es famoso por los alardes que hace de sus desafueros estéticos y de la desconcertante singularidad de su arte. “No escribo para que la gente se identifique. Escribo para asombrar.”
Su primer libro, The Quantity Theory of Insanity (relatos), se publicó con gran fanfarria en 1991; desde entonces han aparecido otras tres colecciones de cuentos (Grey Area; Tough, Tough Toys for Tough, Tough Boys; Sore Sites), tres novelas (My Idea of Fun; Grandes simios; How the Dead Live), tres nouvelles (Cock; Bull; The Sweet Smell of Psychosis) y un libro de periodismo misceláneo (Junk Mail). Cualquier lector se da cuenta instantáneamente de que la obra de Self es un pequeño oasis en la literatura inglesa contemporánea. Para empezar está su estilo, una corriente de inglés lisérgico, veteado de norteamericano, donde abundan las metáforas, los conceptos y las comparaciones barrocas. “El estilo es algo que no se puede cambiar una vez que se tiene uno; es como una huella digital. Afortunada o desafortunadamente, soy un escritor que tiene una voz per se”, dice Self, que no es precisamente modesto en estos temas.
Pero además el universo de sus ficciones resulta inconfundiblemente excéntrico. En su última novela, How the Dead Live, los muertos conviven con los vivos de Londres; en Cock, escrita en pleno auge de los estudios de género, una mujer sufre el crecimiento de un pene y lo usa para violar a su marido; en Grandes simios, la novela más aclamada de Self, los chimpancés son la especie evolutiva dominante, mientras que los humanos habitan la sabana de Africa, al borde de la extinción. “Me seducen completamente las ideas radicales.”

Cosas de varones
Desde hace cinco minutos estoy en el living de la casa de Self, adonde me hizo pasar una empleada, sosteniendo una tasa de té y mirando sorprendido alrededor. Conociendo el universo del autor, cualquiera esperaría superficies de aluminio, lámparas polimorfas, o una escultura con un tiburón flotando en formol como las del amigo de Self, Damien Hirst. Pero se trata de un living convencional, con un piano, parquet oscuro, plantas, paredes pintadas de bordó opaco, fotos de padres e hijos. Cuando se materializa, Self lleva los mismos Levi’s, la misma campera de cuero, quizás las mismas botas con las que aparece en las últimas fotos de prensa que he visto de él. Will Self ciento por ciento, tan real como un simulacro. “Perdoname que te hice esperar. Aguantame un cachito más.” Se va a hacer una llamada; oigo que le dice a alguien que vaa llegar quince minutos más tarde. Vuelve enseguida y se sienta enfrente de mí. Durante toda la entrevista armará sus cigarrillos y fumará como una locomotora.
Empezamos a hablar de su último libro, Perfidious Man, un estudio inclasificable que es además su primer trabajo en colaboración. Publicado hace pocas semanas, puede describirse quizás como una colección de retratos tomados por el fotógrafo David Gamble, a los que Self agregó un texto sobre el estado de lo que llamamos masculinidad. Las fotos, en su mayoría no posadas, muestran hombres inmersos en todo tipo de actividades; pero a diferencia de las de un libro como Women, de Annie Leibovitz y Susan Sontag, no amparan una empresa esteticista ni mucho menos una declaración de principios. El texto de Self comienza por una breve memoria de su padre, un padre “ausente incluso en su presencia” y que, según el autor, fue un modelo negativo de masculinidad. Self confiesa que, en ese contexto, creció “sin ninguna idea o concepción de lo que significaba ser un hombre o ser masculino”. Y acto seguido, en busca del quid de la cuestión, decide entrevistar a un transexual mujer-a-hombre que haya perseguido su género. Stephen Whittle, un académico admirable que enseña leyes en la universidad de Manchester, cubre este rol. Self sale entonces de escena, dejando que la historia de Whittle hable por sí sola. El resultado alude a una crisis de la identidad masculina, pero complementariamente, “las respuestas a muchas de las preguntas que se quieran formular acerca de la masculinidad, acerca del impacto del feminismo en ella, y acerca de ser transexual, están todas aquí. Creo que se trata de una idea provocativa”, dice Self. “Aunque el libro hace más preguntas de las que concebiblemente puede contestar, estoy de acuerdo con Stephen en que hay un modelo potencial de la masculinidad basado en la experiencia de un transexual. Pero esa hipótesis pretende ser provocativa antes que una afirmación definitiva sobre la naturaleza de la masculinidad.”
Una de las ideas más bien chapuceras de Susan Sontag –que no parece ser uno de los héroes intelectuales de Self– es que un libro de retratos de hombres, a diferencia de uno de retratos de mujeres, no puede ser aseverativo. “Lo que se me ocurre es que hay un libro sobre masculinidad -no el que escribí o en el que colaboré con Stephen Whittle– que sí sería muy aseverativo. La masculinidad, por definición, se entiende como fuertemente afirmativa. Se podría hacer un libro agresivo, celebrando la agresión, y eso sería interesante, ¿no? Sobre todo en el clima actual... Pero lo que yo estaba tratando de hacer era acercarme a la sensación que todos tenemos acerca de nuestro propio género, que uno no puede definir del todo. Creo que uso la imagen del gato que intenta atraparse la cola. Se sabe que está ahí. Se sabe que es grande. Se sabe que es obvio. Pero aun así no se puede ver. Es ese aspecto del género el que más me interesa.”
Hay toda una literatura, al menos en Inglaterra, que se ocupa de esta crisis de las figuras masculinas. Nombres como los de Tony Parsons, Ben Elton y Tim Lott vienen a la mente, capitaneados desde luego por Nick Hornby, el autor de Alta fidelidad y legítimo inventor del género. “Creo que están afirmando algo. Leí un par de libros de Hornby. No puedo decir que se me hayan grabado muy fuerte... Supongo que él se hace las mismas preguntas que me confunden o me conflictúan en cuanto a la idea tradicional de la masculinidad, pero tampoco tiene mucha idea de adónde vamos. Para los personajes masculinos de Hornby hay, en cierto sentido, un aspecto de ser hombre que está muy poco recompensado, que es el de tomar responsabilidades que las mujeres siempre han tenido que tomar. Y creo que hay una tensión en los personajes masculinos entre no querer ser anticuado y tampoco querer ser nuevos hombres que se hacen cargo de las nuevas responsabilidades.” Los hombres ficticios de Self, en este aspecto, son como la imagen que el autor da de sí mismo en la introducción a Perfidious Man. Impera a menudo en ellos una indefinible anomia genérica; la figura de un padre ausente, además, suele determinar esta emasculación simbólica. Hasta dónde, le pregunto, ha explorado conscientemente este tema en su ficción. “No es intencional. Creo que un escritor necesita mantener su psiquis en estado embrionario. Tiene que ser algo que se pueda explotar más tarde; sobreanalizarla sería explicarla hasta la desaparición. Creo que es casi hermoso tener todos esos problemas y complejos en la psiquis y poder aprovecharlos una y otra y otra vez. Lo del padre ausente es cierto. Lo sé porque yo escribí los libros y vagamente me acuerdo.” Self se ríe por primera vez. “Pero la verdad es que no leo mis libros ni miro mucho hacia atrás. Sé que hay cosas más cosas extrañas en un sentido psicoanalítico: muchos bebés muertos, muchos padres perdidos, mucha mutilación genital, todo tipo de cosas así. Es gracioso: lo que esta pregunta evoca en mí es la novela que estoy escribiendo ahora, cuyo título provisional es The Last of the White Russians; la cosa es que también tiene un padre ausente. Pero no fue que pensé: ‘Bueno, acá viene otro’. No sé, a este personaje lo veo con un padre ausente. Quiero decir, yo tuve un padre así. Me parece que el tema produce una resonancia en mucha gente, en cuanto a que es un aspecto de nuestra sociedad.”

Interiores
Es interesante que Self hable de las resonancias sociales de su obra, pues su universo ficcional resulta tan idiosincrásico (comparaciones con el de Franz Kafka o el de Alasdair Gray no son ociosas) que sólo mediante una lectura esforzadamente oblicua podría verse en él una representación del mundo que habitamos. “Pongo ideas fantásticas por escrito. Gente que toma drogas y se interesa tremendamente en ciertas cosas. La mente de un hombre es incorporada en la de otro. La hija de una mujer muerta da a luz a esa mujer. Todas éstas son ideas extrañas y drásticas, que por supuesto dominan nuestro pensamiento.” Will Self, en otras palabras, es un fabulista radical, al que le interesa sobremanera la dimensión alegórica de sus cuentos. Y sin embargo, en una entrevista reciente para The Observer, admitió que lo atraía el hecho de concebir obras más ancladas a la realidad. Cabe preguntarse, entonces, hasta dónde pretende convertirse en un mitógrafo de lo contemporáneo. ¿Podemos esperar de él un personaje como el megaconsumidor ochentista que era el John Self de Martin Amis? “¿John Self? Mmmm.” Se queda pensando. “¡No!” Self se ríe con gusto. “De ninguna manera. Cada vez que publico una novela doy entrevistas y digo que me voy a portar bien y a escribir como quieren que escriba... He confesado que los personajes o el estudio de personajes no es lo que más me atrae. Creo que hay una idea tradicional de que la novela debe ser una línea temporal que muestre el desarrollo de un personaje en el tiempo, y de alguna manera eso me interesa ahora más que antes. Pero supongo que filosóficamente soy bastante escéptico en cuanto a la posibilidad de hablar de otras mentes. Una vez más, pienso en el libro que estoy planeando ahora: de alguna manera es un libro sobre un personaje, pero no es para nada naturalista. Transcurre en uno de mis mundos paralelos y no en un mundo que sea reconociblemente el nuestro.”
En How the Dead Live, el mundo paralelo es un reverso límbico de Londres, donde los muertos matan el tiempo con triviales tareas burocráticas y cigarrillos. La extrañeza de ese mundo, con todo, quizás eclipsa a la narradora y protagonista, Lilly Bloom, cuya fuente de inspiración es la madre de Self. “Pero Lilly Bloom pretende ser la quintaesencia de la mujer del siglo XX. Al fin y al cabo ella habla de una gran variedad de experiencias que se relacionan con hechos históricos: la Segunda Guerra, la Depresión de los 30, el hecho de ser judío en relación con el holocausto, la llegada de la tecnología en la segunda mitad delsiglo XX, el discurso psicoanalítico. Y todas estas cosas influyen en ella. Sin embargo, por una cosa u otra, no se la ve como un personaje emblemático en ese sentido.” ¿Qué opina Self de los que la han visto como una respuesta a la Molly Bloom de Joyce, sin duda uno de los grandes emblemas de la literatura del siglo XX? “Lo del nombre es fortuito. El de mi madre es Rosenbloom y mi abuela se llamaba Lillian Rosenbloom. No tiene nada que ver con Joyce. No leí Ulysses en los últimos veinte años y no lo recuerdo bien; es un libro muy complicado. La verdad, odio esas comparaciones. ¿Para qué me pondría a imitar a Joyce? Es una idea ridícula. Naturalmente me doy cuenta de las resonancias. Pero volviendo a lo de antes, uno puede ver la propia psiquis, más todo lo que está en ella y en la propia historia familiar, como una mente que se puede explorar y de la que se pueden tomar y exhumar cosas, pero no es la mente de Joyce.”

La educación literaria
“Hubo una época en que no hacía casi nada sino leer ficción. No existe una mejor educación para un escritor, aparte de la vida misma. Muchos escritores fueron muy importantes para mí: Céline, Kafka, Borges, Burroughs, Ballard, Swift, Shakespeare. Ahora, en cuanto al tema de las influencias literarias... Creo que en un punto uno tiene que dejar de leer si quiere escribir, porque no quiere que lo admiren por sus influencias; uno quiere tomar distancia de ellas. Toda obra de ficción es como caerse de un avión con una pila de objetos con los que hay que armar un ala delta antes de estrellarse contra el suelo. Es un problema de reinvención así de crítico. Hay textos, de todas maneras, que se quedan grabados. He leído los ensayos de Borges últimamente, pero no he leído su ficción quizás en los últimos veinte años. Sin embargo, me acuerdo de ‘Tlön, Uqbar, Orbis Tertius’ perfectamente. Si me llevaran a una isla desierta, probablemente podría escribirlo de nuevo.” De alguna manera, Self lo escribió de nuevo; su versión, “Inclusion” –uno de los cuentos de Grey Area– es una contracara farmacológica de “Tlön...”, donde una droga lleva a los personajes a interesarse de tal modo por el mundo que terminan construyendo un universo paralelo de datos. Self admite la relación. “Gran parte de mi ficción, como el cuento de Borges, es sobre mundos que son alegóricos y a la vez reales. Y ése fue un cuento muy importante para mí. No me quiero comparar con Borges, pero su obra siempre ha sido una suerte de modelo de las cosas que yo quería hacer como escritor, a diferencia, digamos, de la de Martin Amis, con quien se me compara a menudo. Martin es amigo mío, y lo quiero mucho, pero no quiero hacer lo que él hace.”
Muchos lectores –Amis entre ellos– sienten que Self es un excelente cuentista, pero encuentran sus novelas ilegibles. Preguntarle a Self por su aspiración a ser reconocido como novelista es meter el dedo en la llaga. Enseguida se pone tenso y hace bromas acerca de que no tiene un plan para avanzar en su carrera. Escribe lo que se le ocurre, dice, aunque “las novelas son más interesantes. Son como una gran comida en vez de una picada”. ¿No cree entonces que hay una suerte de prestigio agregado en el hecho de escribir novelas? “No. Me cago en el prestigio. Te puedo decir con toda honestidad que las cosas no funcionan así para nada en mi conciencia creativa. Tomemos How the Dead Live. Quería escribir algo sobre el culto occidental a la anti-muerte, algo sobre el modo en que, en la sociedad occidental, la decadencia de la religión significa que no haya una respuesta secular a la muerte, salvo la internación. ¡Cómo vas a tratar eso en un cuento! Al mismo tiempo quería escribir sobre la experiencia más íntima y personal y emotiva que tengo de la muerte: la muerte de mi madre. ¿Por qué? Mi madre era una atea convencida de que no creía en ningún tipo de trascendencia, personal ni general. Nada escapaba a la muerte. Cuando uno se moría, se pudría. Y yo la vi morirse, aterrada, con una sonda de morfina en el hospital. Así que tengo mis materiales, y los temas que quiero tratar, y no lo puedo hacer en veinte páginas. Porquetambién quiero introducir cierta dimensión de la religión oriental y algunas ideas del budismo tibetano. No puedo hacerlo en un cuento. Quiero decir, lo he hecho de manera alusiva en el pasado, por ejemplo en ‘The North London Book of the Dead’ y en mi novela My Idea of Fun. Pero quería volver a esas ideas y eso me iba a llevar 400 páginas.”
Es difícil imaginar a Self cultivando las investigaciones bibliófilas de un Flaubert o los peregrinajes periodísticos de un Tom Wolfe. “Hago investigación, aunque no mucha. Colecciono conceptos, remates cómicos, metáforas y palabras, servilmente. Si vieras mi estudio, arriba, las paredes están cubiertas, como en la biblioteca de Montaigne, pero a un nivel mucho más craso, de miles de papelitos con cosas que encontré. Siempre me atrajo lo que decía Roosevelt de Winston Churchill: tiene cien ideas por día, de las cuales una es buena. Uno tiene también las otras noventa y nueve: las colecciono y llevo un cuaderno conmigo y observo cosas, hasta que gradualmente sé adónde van a encajar o no. Y en cuanto a los principales elementos temáticos de mis libros, también tengo que investigar en otros sentidos. Pero es cierto, el asunto de cómo se resuelven las cosas sucede sobre la página. La razón es que así es más interesante. No escribo thrillers. No considero el texto como una clase de mecanismo meticuloso. Quiero que el lector me acompañe en la creación. Y tengo una especie de reverencia mística por la idea de que el texto piensa por sí mismo. Es como una máquina de inteligencia artificial. Si programo lo suficiente de un lado, entonces al final de todo el tecleo va a empezar a hablarme. Y eso es mucho más estimulante.”
Pienso en la Londres de Self: minuciosamente reconocible, pero poblada por figuras fantásticas. ¿Qué tan importante es para él, como fabulista urbano, crear una topografía fidedigna? “Concuerdo con Nabokov en que el lugar es crucial. En sus Lecciones de literatura dibujaba un diagrama de los dos caminos de Combray o un plano de la casa de Mansfield Park. En mi estudio tengo también muchos mapas. Me parece importante que la gente sepa dónde está para que la historia sea creíble. A veces son cositas en los cuentos, como en ‘A story for Europe’, en el que un tipo del distrito financiero de Frankfurt se vuelve senil; es esencial que, cuando mira por la ventana, vea lo que vería en la realidad. Creo que los lectores saben intuitivamente cuando un escritor tiene control del lugar; el lugar informa el texto de mil maneras diferentes. Por eso, a diferencia de John Updike, no me sentiría para nada inclinado a escribir una novela llamada Brazil después de pasar una semana en Brasil. Oí que alguna gente me criticaba por la sección en Australia de How the Dead Live, diciendo que cómo podía escribir todas esas cosas groseras sobre Australia sólo por haber pasado una semana en el país. Pero yo pasé un año en Australia. Por eso pude escribir treinta o cuarenta páginas sobre Australia. Lo demás pasa en Londres, sencillamente, porque viví acá treinta y cuatro o treinta cinco años. Es fidelidad al propio material.”
La entrevista llega a su fin. Self tiene que ir a encontrarse con uno de los organizadores de la bienal de Lyon, que le ha prometido espacio para exhibir construcciones escultóricas. Antes de salir, me muestra las nuevas tapas para las ediciones norteamericanas de sus libros en Penguin. “Están buenas, ¿no?” Muy buenas. Después me pregunta adónde voy y, como los dos tomamos el mismo subte, me dice que lo espere un segundo. Vuelve envuelto en un sobretodo negro. “¿Hace frío?” Hace. “Odio el frío.” Afuera la niebla se ha levantado, pero igual el día sigue sucio, monótono, inconfundiblemente invernal.


Publicado originalmente por Página 12




TOO BRITISH. Epígono de Ballard, amigo y protegido de Martin Amis y émulo de Hunter Thompson,
Self es, tal vez, el autor más personal de su generación.



No es el tipo de hombre que se diluye en la multitud. Desde la ventana del Club Groucho, uno de los clubes privados más chic de Londres, que reúne a escritores, cineastas y artistas, se lo ve emerger de las calles del Soho como un Godzilla, balanceando sus dos metros enfudados en unos Levi’s azules y una chaqueta al tono. En primer plano, su cabello dorado enmarca una cara larga y delgada, hermosa y horrible, inteligente y amenazante. Una cara que ocupó en 1997 las portadas de los tabloides por esnifar cocaína en el avión presidencial del ex primer ministro británico John Major, después de cubrir su campaña electoral como enviado especial de The Observer. Pero Self no sólo es el yonqui más célebre de su país: novelista beatnik, epígono de Ballard, satirista swiftiano, periodista endiablado, Self es el autor más personal de la nueva generación de escritores ingleses. Posee un universo propio, fabuloso, obsceno y salvajemente divertido: en Cock and Bull. Dos patrañas, un ama de casa insatisfecha descubre que le está creciendo un pene y viola a su alcohólico marido; en Grandes simios, un pintor bohemio despierta una mañana metamorfoseado en un mono y descubre que los chimpancés son la especie evolutiva dominante; en Cómo viven los muertos, los muertos residen en los suburbios de Londres matando el tiempo con tareas burocráticas y cigarrillos; en The Book of Dave, el diario de un taxista demente es desenterrado y erigido como la nueva Biblia entre los ciudadanos que habitan los restos inundados de Londres.
Self es, en suma, el pintor de la vida apocalíptica moderna: retrata en una corriente de inglés lisérgico los cuerpos irreales, retorcidos y angustiados por la metrópolis. “Esta es una sociedad decadente, y mi ficción intenta exhibir esa decadencia. Mis libros no son libros felices. Hablan sobre un mundo duro, difícil, perturbador. Mis críticos se preguntan una y otra vez por qué estoy obsesionado con el cuerpo, con un imaginario sexual violento y escatológico. ¡Pues todo el mundo está obsesionado con el cuerpo!”, dice tras la columna de humo de un Camel sin filtro.
—En su última novela, “The Book of Dave”, hay un paralelo con “Grandes simios”: pero la transformación no es en monos sino en hamsters. ¿Es la metamorfosis una herramienta satírica, o se trata de una de sus obsesiones?
—Nunca entendí del todo mi obsesión por la metamorfosis. Es una rareza de mi historia personal. El texto que de chico encendió en mí el deseo de ser un escritor fue, sí, La metamorfosis de Kafka. Pero quizás haya alguna razón psicoanalítica que explique esta obsesión. ¿Es porque soy gay? ¿Es porque padezco dismorfia corporal? Cocteau dijo que todos los artistas son hermafroditas porque el acto de creación es una autoinseminación. No lo sé. Los escritores somos calculadamente estúpidos, como sentenció Flannery O’Connor.
Debemos mantenernos en este estado mental de niños. Tengo cuarenta y pico de años, desde que he escrito mi novela de Oscar Wilde, Dorian, me pregunto: ¿soy gay? ¿Quién más anda por la vida pensando eso? Aunque no me inclinaría por analizar demasiado el tema de la metamorfosis porque, como se dice, ¿quién mata a la gallina de los huevos de oro? Hace tiempo lo entendí, y no dejaré de poner huevos.
—¿Cree en la utilización de la sátira contra la política contemporánea, como lo hizo Swift, por ejemplo?
—Creo, como Mencken, el pensador y periodista norteamericano, que “la sátira debe afligir a los confortables y confortar a los afligidos”. Mi impulso como autor satírico es atacar a la gente que tiene dinero y poder para que haga sentir mejor sobre su situación a la gente que no lo tiene.
—¿Podría describir el mapa de su Londres?
—Una ciudad enorme y vieja, imposible conocerla en su totalidad. Ni físicamente ni, menos aún, psíquica o sentimentalmente. Como Iain Sinclair y Peter Ackroyd, percibo la ciudad como una entidad, como una persona, así que instalarse en ella significa investigar su cuerpo de algún modo. He vivido aquí toda mi vida, habito la ciudad completamente. Ella soy yo, yo soy ella; por lo tanto, el mapa de Londres es una extensión de mi entendimiento sobre mí mismo.
—Como fabulista urbano, ¿cree que es importante la fidelidad geográfica o prefiere que los lectores experimenten la Londres real como una especie de ficción?
—Su pregunta corta el corazón de mi teoría estética, porque no creo, como dice Stendhal, que el “arte sea un espejo vuelto frente a la realidad”. Supongo que mi Londres es una substitución de Londres. Espero que los lectores crean en mi Londres, que algunas de las cosas extrañas en mis libros son también verdaderas: los chimpancés como la especie evolutiva dominante, los muertos vivos caminando entre nosotros... Es todo parte del mismo mundo creíble. No estoy tratando de engañar a los lectores, es lo que creo. Pienso que la realidad supera ampliamente a la ficción, que nunca será tan extraña como el mundo.
—En “Junk mail” medita acerca de la vida informe de los escritores. ¿Es su trabajo literario el que provee una forma a la suya, como Lacan sostiene sobre Joyce?
—Generalmente, la vida de los escritores carece de forma. No están interesados, a diferencia de los músicos y de los artistas visuales, en las trampas del estilo. Pero decir que tu trabajo es lo que te define es bastante peligroso. Lo que le da forma a mi vida es lo que le da forma a la vida de todos: el amor, la muerte, el matrimonio, los hijos. ¿Qué le dio forma a la vida de Joyce? Nora Barnacle, desde luego. El le dice a ella: “Tú me hiciste un hombre”. Con respecto a mi imagen pública de enfant terrible, desde que comencé a escribir los críticos han estado diciendo: “Sus libros aluden a él, su voz es tan alta que no nos deja pensar, y todo lo que puede hacer es esta payasada”. Vivimos en una cultura donde el avant garde está muerto, cualquiera puede decir cualquier cosa y nadie está escuchando. Si querés que la gente escuche, lo que tienes que decir debes decirlo en voz alta. Sé que una parte de mi naturaleza es extravagante y extrovertida, que no encaja en Inglaterra. Los ingleses prefieren a los escritores calmos, vestidos con trajes tweed.
—Durante los 90, los novelistas británicos se convirtieron en celebridades mediáticas: Julian Barnes, Martin Amis. Ian Mc Ewan… Desde el escándalo en el jet de Major, ¿cree haber sido víctima de otro tipo de “literalism”, esa categoría definida por Amis donde el trabajo de un escritor es tratado de un modo menos literario que fenomenal?
—Sí. Pero esto es algo que realmente sucedió, y no puedes luchar contra tu destino. Fui un yonqui durante veinte años. Tengo que vivir con eso. Pero desde fines de los 90 he estado volviendo sobre mis pasos en muchos sentidos. Dejé todas las drogas y, al mismo tiempo, el alcohol. No estaría aquí si hubiera continuado. Pero fumo un montón de tabaco.
—¿Qué ideas tiene sobre la relación entre drogas e inspiración creativa?
—Es un campo complejo. Hay una diferencia entre la gente que tiene un problema con las drogas y el alcohol, y la gente que no. La gente como yo no experimenta, abrimos un laboratorio entero donde podemos instalarnos. La primera vez que tomé LSD o cocaína estaba experimentando, la milésima vez, no. Muchos artistas son obsesivos compulsivos, por eso tienen problemas con las adicciones. Para algunos escritores, afortunadamente, su obsesión es la escritura, su compulsión es escribir. Y realmente es también la mía, las drogas fueron una desviación. Nunca escribiría drogado. El alcohol pone tu cerebro a dormir, la marihuana te vuelve loco, la cocaína también, la heroína es absolutamente imposible. Me levanto temprano por la mañana, trabajo hasta el mediodía en un mal día, en uno bueno hasta la noche... y entonces comienzo a beber algo. Cuando me drogaba, me aislaba para poder trabajar. Probablemente, escribir me salvó la vida.

*Desde Londres.
Traducción: Mariana Elizeche
y Analía Hounie.